Yo era el invitado de honor y ni siquiera se acordaron de invitarme.
La fiesta era para mí y cuando llegó el gran día me dejaron afuera,
me cerraron la puerta... y yo quería compartir la mesa con ellos.
La verdad no me sorprendió, porque en los últimos años todos me cierran
la puerta. Como no me invitaron, se me ocurrió estar sin hacer ruido, entre
y me quedé en el rincón, estaban todos bebiendo,
había algunos ebrios contando chistes, carcajeándose, la estaban pasando
en grande, para colmo llego un viejo gordo vestido de rojo, de barba blanca
y gritando ¡¡jo, jo, jo, jo!!, parecía que había bebido de más.
Se dejó caer pesadamente en un sillón y todos los niños corrieron hacia él,
diciendo: ¡Santa Claus, Santa Claus! ¡como si la fiesta fuese en su honor!
Llegaron las doce de la noche y todos comenzaron a abrazarse,
yo extendí mis brazos esperando que alguien me abrazara
¿y sabes? Nadie me abrazó...
de repente todos empezaron a repartirse los regalos,
uno a uno los fueron abriendo, hasta que se abrieron todos, me acerque
para ver si de casualidad había alguno para mí.
¿Qué sentirías si el día de tu cumpleaños se hicieran regalos unos a otros
y a ti no te regalaran nada? Comprendí entonces que yo sobraba en
esa fiesta, salí sin hacer ruido, cerré la puerta y me retiré.
Cada año que pasa es peor, la gente solo se acuerda de la cena,
de los regalos y de las fiestas, y de mi nadie se acuerda.
Quisiera que esta Navidad me permitieras entrar en tu vida,
quisiera que reconocieras que hace más de dos mil años vine a este mundo
para dar mi vida por ti en la cruz y de esa forma poder salvarte.
Hoy sólo quiero que tu creas esto con todo tu corazón.
Voy a contarte algo, he pensado que como muchos no me invitaron
a su fiesta, voy a hacer la mía propia, una fiesta grandiosa como la que jamás
nadie se imaginó, una fiesta espectacular.
Todavía estoy haciendo los últimos arreglos, por lo que este año
estoy enviando muchas invitaciones y en este día, hay una invitación para ti,
solo quiero que me digas si quieres asistir, te reservare un lugar,
y escribiré tu nombre con letras de oro en mi gran libro de invitados,
en esta fiesta solo habrá invitados con previa reservación,
y se tendrán que quedar afuera aquellos que no contesten mi invitación.
Prepárate porque cuando todo este listo daré la gran fiesta.
Hasta pronto...
tu amigo, Jesús.