Termina el 2010, esperamos con ansias el 2011 y
todos o casi todos haremos grandes propósitos y nos desearemos lo mejor
para el año que está por comenzar.
Pero ¿hasta dónde llegarán, al día 10, o 12 de enero?
Tenemos en nuestras manos un regalo demasiado
hermoso como para desperdiciarlo, trescientos sesenta y cinco días en
los que, cada uno de ellos nos demanda una gran responsabilidad:
ser felices.
Si nos damos a la tarea de observar un poco esa
ilusión que tenemos y decidimos abrazarla apretadamente sin dejar que se
nos escape, entonces la oportunidad estará latente. Si deseamos hacer,
de verdad, un cambio en nuestras vidas, ser mejores, ser más libres y
humanos, podemos empezar arrancándonos esas feas etiquetas que con el
tiempo hemos ido acumulando y nos dejan como esas maletas, selladas
obligatoriamente, al pasar de aduana en aduana.
Buscar quién nos las ha pegado es un trabajo inútil
y desgastante, que no nos dejará grandes ganancias, lo ideal es ocupar
toda esa energía que llevamos dentro en ir limpiando nuestra existencia
de todo lo que nos empaña nuestra felicidad.
Podemos empezar pidiendo perdón y perdonarnos a
nosotros mismos, entender que no somos perfectos ni estamos destinados
para ello, que tenemos fallas, que cometemos equivocaciones y un enorme
número de errores, entender que podemos equivocarnos y no por eso
dejamos de ser buenas personas ni perdemos el derecho de seguir
caminando.
Perdonarnos, es el primer paso para poder amarnos
profundamente y cuidarnos, respetándonos como pertenencia de Dios, y de
ésta manera extender nuestro amor a quienes nos rodean.
Incluirnos en el mundo, darnos cuenta que
existimos, es indispensable para tomar las riendas de nuestra vida y
dejar de cederlas al primero que pase, nos pondrá en alerta para llevar a
cabo nuestras metas.
No habrá nadie a quien cargarle la factura de
nuestras decisiones, pero lo mejor de todo ésto, es que tampoco habrá
qué pagar un gran precio por lo que se obtenga por mérito propio.
Tenemos todo para empezar a ser felices:
Dios nos ha regalado capacidad y libertad para
decidir, fuerza, valor, coraje, y podemos también incluir el enojo, que,
si lo transformamos en nuestro motor de arranque, nos traerá grandes
beneficios al utilizarlo como una de las herramientas que nos sacarán
del bache, si estamos ahí.
Todas las herramientas han sido incluidas en la
maleta que se nos entregó al nacer, de nosotros depende cuáles queremos
utilizar y también qué sellos queremos dejar en ella.
que en esta nueva etapa por llegar, Dios los colme
de sabiduría y fortaleza para que realicen los sueños más caros que han
acariciado por largo tiempo, aceptando ser siempre acompañados de quien
todo lo puede y es nuestra única ayuda leal, generosa y presente en todo
momento: .
¡Feliz 2011!
Envió Gladys Bessi a mi correo
|