No somos nuestros cuerpos, ni nuestras emociones, ni nuestras mentes ni ninguna de las estructuras y restricciones que vivenciamos a nuestro alrededor. Somos una parte infinita de la Fuerza-Dios usando la forma física para experimentar un desarrollo espiritual a través de una enseñanza especial llamada “vida diaria”.
Cuando entraste en el plano de la tierra, la energía que es tu yo real dejó su domicilio en las altas dimensiones de pura luz y entró, por elección, en el cuerpo en el que estás ahora. Elegiste las circunstancias de esta vida porque era el paso siguiente en tu evolución infinita y porque esta vida te permitiría expandir lo que eres espiritualmente de modo que podrías llegar a ser una expresión incluso mayor de la infinita fuerza de la vida o Espíritu viviente.
Ahora puede que digas: “¡Es de locos!, ¿por qué iba yo a elegir estas circunstancias de mi vida, esta familia, esta sociedad y esta vecindad? ¿Por qué no elegí un entorno de más riqueza o un cuerpo más bonito o más capacidad intelectual?” La respuesta yace en una dimensión más allá del plano físico. Al entrar en esta dimensión al nacer, tenías dentro de tu consciencia una misión heroica, una meta. La naturaleza de esta meta está escrita firmemente en lo más profundo y secreto de tu yo interior; y lo que eres hoy, sin importar lo que sientes acerca de ti mismo, es realmente una parte de esa meta en varios estados de consecución.
Tu mente empezó a grabar sucesos, pensamientos y sentimientos nada más nacer. No conoce tu heroica misión ni entiende la Ley Universal que interacciona con tu potencial ilimitado. ¿Por qué?. Dos razones: La primera, si tu mente, sentimientos y emociones supieran de la naturaleza de tu meta heroica en la vida, no habría desafío ni búsqueda, y tu evolución se resentiría. Segunda, la mayor parte de la comprensión de la metafísica está basada en creencias tribales o religiosas que no reflejan totalmente una percepción aguda de la delicadeza de la energía y el modo en que su flujo y reflujo afecta la vida cotidiana; ningún entendimiento real de la Ley Universal ha sido jamás incorporado en los variados patrones de creencias del inconsciente colectivo del mundo.
Por ejemplo, digamos que tu meta heroica en la vida es aprender a amarte y a aceptar la completa responsabilidad cósmica por lo que eres. Y, digamos que has tenido un número de experiencias previas en el plano terrestre en las que fuiste débil e indulgente contigo mismo metafísicamente apoyándote en otros antes que contribuir a tu propia energía o soporte. Si supieras esto por adelantado, empezarías a favorecer un tipo de acción sobre el otro. Reflexionarías hacia posiciones o sentimientos que quieres conseguir y tu mente dominaría cada movimiento tuyo.
La evolución no funciona así. No puedes superar la debilidad luchando contra ella o pensando el modo de salir de ella. Superas la debilidad dejándola detrás de ti. Esto significa que llegas a ser consciente de las tendencias interiores que te derriban, que no apoyan la creencia en ti mismo ni el amor a tu ser, y dices “No quiero ser eso nunca más”. Entonces te sales de los caminos sucios y desordenados del inconsciente colectivo hacia una disciplina de poder. De vez en cuando puede que recules, pero una vez que te decides por el lado de la fuerza el poder de la Ley Universal siempre estará contigo en diferentes grados.
Puede que sea una batalla al principio porque tu mente no entiende estas leyes ni la naturaleza de tu misión en la Tierra; tampoco comprende las leyes que gobiernan tu potencial. Tendrá tendencia a aconsejarte de modo lógico desde su propia experiencia y la lógica es la muerte para esa parte de ti que es el “hacedor de milagros”
(sacado de un grupo amigo)