*El relincho*
Vino rodando en el silencio oscuro
de la noche invernal desde muy lejos.
De restregarse en la distancia ardía
hasta trocarse en ráfaga de fuego.
Lo vió venir el bosque entre las sombras
y se puso a temblar de rabia y miedo.
Más el siguió su viaje de centella
y se perdió en la infinitud del cielo,
donde encontrar el sol de la mañana
para colgarse de su ardiente cuello
y retornar con él hacia los campos
que en la alta noche resonar lo vieron.
El relincho volvía a su caballo
que lo estaba aguardando en su potrero.
Emilio Frugoni
Los caballos, libro de poemas, 1960