Monstruos de fuego colgados como augurios en la cornisa del teatro de las leyendas, intensidad que mengua en el torbellino insensato que arrastra unicornios al cofre del abandono, capricho de un loco en el estambre de un clavel sintiendo el dardo con el veneno de la muerte, abatido hasta el caudal de los ríos sin resistencia queda la marioneta sin su recompensa.
Grumete de las epístolas legendarias del mutis como una mariposa posada en una campana, bumerán de recuerdos a la tumba de mármol después de explorar el maquillaje de las doncellas. frugal agonía descendiendo en caballos latentes hasta la anatomía y las neuronas del cerebro.
¡Así no fue como se escribieron los pergaminos Y nunca tuvo la aurora boreal ese matiz vacilante! Arpa que guarda en sus notas el ritmo de las constelaciones como cual lámpara encierra a un genio en su interior. ¡Libertad de espantos en el cordel del ayer lanzando bocanadas de espinas al espíritu!
Las tardes descienden en enérgico equilibrio contagiando el paisaje con alegre canto de aves, saltan los grillos en la rivera mostrando sus dolencias, se desvanecen las palabras en la gitana distancia como cual ser busca inagotable la porción de su herencia. En la ruleta de la suerte.
Manchas de acero en las pupilas por el reflejo del sol sobre las lagunas lejos de este continente, límpida elocuencia en las paredes del juramento osadas en la temática de las conversaciones exuberantes. Alabanzas a su prodigio y a su indeleble beldad interior por la cual el verso cae en las venas para fundirse con el corazón y con el alma.
Pablo Vásquez Guatemala
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