A GLORIA
¡No intentes convencerme de torpeza
con los delirios de tu mente loca:
mi razón es al par luz y firmeza,
firmeza y luz como el cristal de roca!
Semejante al nocturno peregrino,
mi esperanza inmortal no mira al suelo:
no viendo más que sombra en el camino,
sólo contempla el esplendor del cielo.
Vanas son las imágenes que entraña
tu espíritu infantil, santuario oscuro.
Tu numen, como el oro en la montaña,
es virginal y por lo mismo impuro.
A través de este vórtice que crispa,
y ávido de brillar, vuelo o me arrastro,
oruga enamorada de una chispa,
o águila seducida por un astro.
Salvador Días Mirón.
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