Agazapado en su respaldo, temblando, suspendido de forma
imposible sobre alas insuficientes Petru Marcel era la estampa del
desamparo, hasta que el aeropuerto de Barcelona nos rescató de la falacia de volar.
- Estamos salvados, otra vez. Podremos dar nuestra ponencia. -dije cuando los motores callaron.
Ingeniero, 'hombre ecuacional', Petru Marcel sólo habla desde la prueba del nueve.
- Los aviones no vuelan. No se apoyan sobre el aire, sino sobre el
convencimiento, la duda o tolerancia de los pasajeros. Bastaría una
voz lúcida que, con toda franqueza dijera que 'esto es imposible',
para que todo se viniera abajo. Esto es así, Enrique, créeme. El
hombre empezó a volar cuando se hizo tecnológico, cuando
admitió como normales cuestiones imposibles. Carga el
avión de mujeres y hombres medievales e intenta despegar.
Delante del zumo inevitable de naranja del aeropuerto sonsaco a
Petru Marcel sobre la fórmula que conjugando inconsciencia,
peso y rozamiento puede mantener en el aire edificios de metal.
- Los aviones, como la paloma de Kant que, cansada del
rozamiento pretendió volar en el vacío, desconocen las leyes de su
propio vuelo. Inconscientes, despegan porque cuando lo intentan
no saben que es imposible. Alguien que probara la imposibilidad
dejaría todos los aviones en tierra, porque la fe puede ser desde la
inconsciencia, nunca desde la certeza. No lo diré nunca. ¿Quién iba a impartir nuestros seminarios?
Y medio en broma, en las visitas a las empresas, mirando
alrededor nos miramos de reojo y le pregunto, ¿Y esta organización
? ¿Vuela? ¿Qué resultado arroja la relación entre la confianza, la i
nconsciencia o el entusiasmo, el peso y rozamiento? Con gravedad, Petru Marcel, pontifica:
- Imposible. Demasiado rozamiento.
O bien. - Mucho peso, pero se compensa con la inconsciencia o el entusiasmo.
O bien. - No. Alguien tiene la certeza de que el vuelo es imposible.
Es probable que no esté en lo cierto pero yo, cada vez que tomamos
tierra, miro a Petru Marcel, y le agradezco que nos salve a la vida,
a mí y a mis compañeros inconscientes de la falacia, a sabiendas
de que la fe desde la certeza es el mayor esfuerzo exigible a un ser humano.
Enrique Bravo Escudero *
* Enrique Bravo es doctor por la Universidad de Granada y
licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla. También
es Master en Bioética y profesor de bioderecho en dicho master.
Después de diez años en el análisis y desarrollo de soluciones
informáticas en Recursos Humanos, pasa a desempeñar puestos
directivos en Desarrollo de Personas. Experto en el modelo de
Gestión por competencias. Ha realizado una actividad docente en
diversos centros de estudio sobre Teoría de las Organizaciones y
desarrollo profesional. Autor de artículos sobre relaciones
laborales y colaborador habitual de capitalemocional y liderazgo y mercadeo.
Fuente: http://www.capitalemocional.com
VidaPositiva.com
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