Amar la Cruz es aceptar con alegría las dificultades diarias. Es hacer lo mismo que hizo Cristo durante toda su vida, especialmente, en el camino al Calvario. Seguir sus pasos, andar por el sendero de la negación de uno mismo, es camino seguro para llegar a ser otro Cristo. Te explico por qué: para parecerse a Cristo hay que dejarse guiar por el Espíritu Santo.
Que en estos días auspiciosos resucite el Cristo dentro de cada uno de nosotros brindándonos luz y vida eternas.
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