Es un camino largo para muchos, lleno de tratamientos y rutas escabrosas, donde los desencantos y dolores físicos y emocionales principalmente para la mujer son pan de cada día. Incluso la pareja de desarmoniza, se tiende a llenar de angustia e incluso pierde muchas veces norte de saber por lo que están peleando.
Después de muchos intentos, uno de los miembros de la pareja, presenta la idea, la cual la mayoría de las veces obtiene gran resistencia. Ahí comienza otro desafío, y que pasa por hacer de este anhelo una decisión de pareja y de familia con todas las resistencias que una elección así produce siempre.
Pero aquí es donde empieza lo maravilloso, esta espera, este trabajo por convérsese que se será padre o madre desde otros lugar, la lucha con los miedos, con los comentarios de los otros, van haciendo que ese amor se empiece a generar igual que un embarazo. Hay nauseas desde el alma, hay preguntas si vendrá sano o no, preguntas sobre la carga genética, ansiedades por los trámites y por lo difícil que resulta en muchos países hacer ese camino.
Muchas veces se engorda por las ansiedades que no la dará la panza pero si el teléfono esperando la llamada que nos entregará la noticia. Hay contracciones cuando avisan que podría venir un niño o una niña. Miles de entrevistas y test complican más que las ecografías la llegada de esta nueva vida.
Evidentemente nadie sabe nada nunca. La biología parece dar respuestas y certezas que son falsas y que en la adopción quedan más que claras. Los chicos y chicas adoptados terminan siendo iguales físicamente a sus padres adoptivos sobre todo cuando ellos desde siempre les han dicho la verdad.
Adoptar es una decisión del corazón que como toda importante nace desde un dolor que se transforma en una expresión de amor que en primera instancia le hace bien a quien lo da, los padres, y después al niño.
Bendita esta forma de crear familia y que rompe desde todos los lados los paradigmas actuales de lo práctico, de lo fácil, de lo hedonista y de lo desechable. Es un maravilloso testimonio de que el amor y nada más que eso mueve el mundo y tiene el poder de trasformar la vida de todos aquellos que son tocados por él.
Por Pilar Sordo, psicóloga, chilena y autora de "Viva la diferencia"