Malba Tahan ilustra los peligros de
la palabra: una mujer tanto fue
pregonando que su vecino era un ladrón,
que el muchacho acabó preso.
Días después, descubrieron que era inocente;
lo soltaron y él procesó a la mujer. -Hacer unos comentarios no es tan
grave - dijo ella al juez. -De acuerdo -respondió el magistrado- .
Hoy, al regresar a su casa,
escriba todo lo que habló mal sobre el joven,
después pique el papel
y vaya tirando los trocitos por el camino.
Mañana vuelva para escuchar la sentencia. La mujer obedeció y volvió al día siguiente.
-Está perdonada si me entrega los pedazos
de papel que tiró ayer.
En caso contrario, será condenada a un año
de prisión- declaró el magistrado. -Pero eso es imposible! ¡El viento ya ha
dispersado todo! -De la misma manera, un simple comentario
puede ser esparcido por el
viento, destruir el honor de un hombre y
después es imposible arreglar el mal ya hecho. Y envió a la mujer a la cárcel.
Pablo Cohelo
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