LA VERDAD AUNQUE DUELA...
Cuando somos niños(as), cada noche los cuentos, las fábulas y sus respectivos personajes se convierten en los protagonistas de nuestro mundo imaginario.
Todo promovido por nuestras madres, quienes con amor nos invitan a viajar a través de esas historias inolvidables. Lo extraño es que justamente aquella figura materna no aparece en ninguna de esas aventuras. ¿Quién conoce a la mamá de Cenicienta?
Sabemos que la pobre padeció a su madrastra malévola, pero jamás nos enteramos quién la había parido.
La Bella Durmiente, ¡ni hablar! Por andar fundida nunca averiguó dónde estaba su progenitora. Y Blanca Nieves no se queda atrás; a lo mejor debido a esa falta de mamá tuvo tan mal gusto que en vez de un príncipe se consiguió siete enanos.
Sin embargo, la que más curiosidad me genera es la madre de Caperucita. Si la hija salió así de brincona, es porque fijo a ella sí se la comió un lobo. Cosa que al parecer les ha sucedido a varias.
Si bien es cierto que la madre es la figura determinante en nuestras vidas, la encargada de dar ejemplo, la proveedora en muchos casos y el ser dispuesto a sacrificarse con un amor sin límites, hoy por hoy hay que reconocer que aunque todas tienen sus defectos (y no soy quién para juzgarlas porque no me he reproducido), se está elevando la tendencia de mamás que en vez de querer que sus hijas se parezcan a ellas, lo que pretenden es convertirse en un clon de sus niñas o adolescentes.
Sin importar la edad, ¿es necesario que una mamá salga disfrazada con ropa forrada, lonchera brillante, el reloj de Puka y braquets con cauchos fucsia? ¿Es posible que en las reuniones de padres de familia le coquetee vía chat de BlackBerry a otro papá de frente mandándole caritas felices? ¿Desde cuándo les ha dado por irse a los eventos con los trajes que han usado sus hijas para las fiestas de quince y los proms? ¿Por qué se están cortando el pelo como Ivy Queen o la Perris? ¿Quién les ha dicho que es sexy bailar en las discotecas al son de Daddy Yankee cuando pertenecen a la generación de Lucho Bermúdez? ¿Por qué están hablando con terminología de bachiller si madre que se respete dice 'Ifex'?
La mamá es la mamá y la hija es la hija. Queremos madres que nos regañen por llegar tarde y no que vuelvan a la casa después de uno, jinchas, a pelear con el novio. Añoramos que intenten ayudarnos a resolver nuestros problemas en vez de sentarse con las amigas a discutir cuánto Bótox se deben aplicar o qué nivel de biopolímeros se deben inyectar.
Soñamos con que investiguen la procedencia de nuestras parejas para protegernos y no que lo hagan para terminar de romance con un compañerito.
No hay nada peor que una mamá loba. La madre puede ser estricta, anticuada, repetitiva, posesiva, psicorrígida, ingenua, inexperta, manipuladora o dramática, pero no ñuca. Es tan patético ver a una veinteañera de sastre como a una cincuentona de body.
Por eso amo la mía. La única que todavía me pregunta si ya almorcé, la que no sabe qué es un iPod, la que odia el facebook, mi crítica implacable, mi única amiga, mi risa. Esa mujer que con dignidad acepta que no tiene veinte años y que seguro después de leer este artículo me va a regañar una vez más. Esa que hasta hoy me ha hecho sentir orgullosa de ser su mejor error.
"No nos gustan las cuchibarbies, queremos que en vez de competirnos, nos protejan".
Alejandra Azcárate: Periodista y politóloga del Emerson College, de Boston. Presentadora de 'Ellas dicen', Canal Discovery Home and Health, locutora y actriz que actualmente presenta el stand up comedy 'Descárate con la Azcárate' por toda Colombia. También es propietaria de la famosa tienda de ropa y accesorios de vanguardia El cuchitril.