Golpean las olas las piedras del muro, bravío e indómito se revuelve el mar y todas las noches en capas de espumas, tu nombre me llega en arrullos de sal.
Y en toda su furia de potro salvaje, el agua verdosa me invita al placer, entonces tu nombre en mí se transforma, y siento tu boca recorrer mi piel.
¡ Sensación maldita!, si sólo tu nombre, abriga mi pecho y mi corazón, bravíos e indómitos mares de mis sueños, aguas sin tibiezas, lunas de dolor.
Para tí estos versos, como yo los siento, sencillos y pobres, cargado de amor, locura que llena mis horas de noche... cuando con tu nombre, despierta mi voz.