Que importa tener cincuenta o sesenta si cada día que pasa tengo más ganas de vivir, de luchar, de soñar, de gozar tan sólo con ver como resbala una gota de rocío sobre el pétalo de una flor, acariciar el aire que me despeina, o sonreír ante una nueva arruga que el espejo me refleja.
Que importa si puedo tener la edad que quiero tener para hacer lo que sienta, decir lo que se pienso sin ningún temor. Que importa si erré muchas veces, y si ahora lo hago, sabré como enfrentarlo y aceptarlo.
Que importa si voy tras un sueño que de pronto nunca se realice pero que es mío, porque lo vivo con intensidad y me convierte en una adolescente.
Que importa los años que tenga si es ahora que puedo vivir libre y feliz, sin esos miedos que me acorralaban sin motivo. Que puede importar ya el pasado si el presente me regala la oportunidad de amarme y amar a los seres que me rodean, con alegría, con paz, para poder abrazarlos y decirles Te Amo, a cualquier hora o en cualquier lugar.
Que importa si el cuerpo ya no es tan ágil como antes, si el espíritu puede correr por donde quiera, con más velocidad que antaño al lado de un corazón maduro que lo sigue paso a paso.
Que importa si algo me duele, es normal, producto del desgaste de los años, si sé que sonriendo sanaré porque el recobrar la salud está en el alma.
Que importan los años, si aquí en este mundo virtual encuentro cariño, amigos, hermanos e hijos que todo lo compensan y tengo el premio más grande que Dios pudo darme, dos hijas y dos nietos maravillosos.
Estos son los regalos de quienes vamos hacia el camino final, liberados, agradecidos, tal vez arrepentidos por todo el tiempo que desperdiciamos inútilmente.
Que podría importarme si Dios me recogiera hoy, me iría confiada y satisfecha por todo lo que de Él recibí en la vida, que tal vez no supe aprovechar como debía.
Piensa tú que eres joven, en la importancia de lo que significa no perder ni un minuto en la vida para ser tú mism@ ¡Sé feliz!