En los momentos de adversidad es frecuente mirar al cielo y clamar a Dios por nuestras necesidades, sin embargo, cuando nuestras vidas siguen su curso normal, pocos se acuerdan de agradecer la estabilidad y placidez con que se desarrolla. El recurrir a Dios pidiendo su ayuda, es reconocer que es Todopoderoso, es decir, que todo lo puede. Por esa misma razón, es justicia y es deber, agradecerle todo lo que poseemos y gozamos, por ser Él el Único que nos lo puede dar.