De nuestro amor la lámpara votiva ha perdido su luz, se rompió el vaso y agoniza en las sombras del ocaso la pasión que tu fé mantenía viva.
Si la dicha a los dos es tan esquiva y el tiempo para amarnos tan escaso, con dudas y rencor a cada paso, me iré, solo, sin rumbo, a la deriva.
Con el pasado a cuestas, en mi mente el sabor de tu piel, tu voz, tus ojos, tu desnudez velada por sonrojos, tus brazos en ofrenda permanente, tus besos, tus caricias, tus enojos, de mi angustia y dolor serán la fuente.