Quise quererte,
en ti misma, quererte,
acariciando cada uno de tus sueños
... cada uno de tus sigilos callados.
Me atreví a susurrar sueños,
a susurrarte deseos alcanzables,
más atrevido: quise besarte
y borrar de ti toda tristeza.
Fue ese instante inacabado,
en el que vi tu mirada y su ternura,
el tintineo de esa emoción infantil,
el alma abierta a sentimientos.