Para la felicidad son menos nefastos los males que el aburrimiento", dijo el escritor Giacomo Leopardi. Y es muy cierto que mientras hay peleas de pareja al menos existe pasión y, por lo tanto, diversión. El problema es cuando empiezan los bostezos. Por ello queremos darte este consejo de amor: lucha contra el aburrimiento. Según un estudio de la Trent University el aburrimiento se origina con el incremento de la familiaridad entre los integrantes de la pareja y la repetición de las rutinas. García Mac Dougall piensa que "si dos personas están enamoradas, es difícil que se aburran. Pero si la pareja ya lleva unos años y se tienen un poco vistos, hay que potenciar la diversión de otras maneras". Carmen Bermejo añade que "una relación de pareja es algo vivo, como una planta, y hay que cuidarla día a día, sorprendiendo al otro con nuevos alicientes y expectativas". Pasarlo bien Antes de nada, deja de pensar que la pareja sólo sirve para dar tumbos de la mano, pernoctar acompañada o visitar a los suegros. Valentín Lacalle habla de "cultivar aficiones en común, ver películas juntos, practicar deportes que os gusten a los dos... Encontrar cosas que te unan a la otra persona". Sorpréndele esta noche viendo un partido con él, aunque no tengas ni idea de fútbol y tal vez él te sorprenderá mañana viendo Gossip Girl contigo, aunque le tengas que contar quién es Blair Waldorf. Paradójicamente, la crisis económica ha devuelto la frescura a muchas parejas que, al verse obligadas a rediseñar su vida en común, han abierto nuevos espacios a la intimidad y han descubiero nuevas (y muy económicas) formas de divertirse. En cualquier caso, como dice la psicóloga Mila Cahue, "la pareja en sí no es aburrida, lo son las personas". Comer y viajar Pese a la crisis, un reciente estudio realizado en Gran Bretaña dice que las parejas más unidascomen juntos fuera de casa al menos dos veces al mes y pasan de viaje un par de semanas al año como mínimo. Así que ya sabéis, si queréis ser felices... ¡ahorrad un poco, recorreos el mundo codo con y a comer perdices!
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