enero del amor que está poblando,
la sierra magna
de mis caderas encendidas.
Del sol ardiente
hasta la luna plata,
surgen retazos
de ilusiones vivas,
vivas en ti/ en mí /en todo el tiempo
vivas.
Acurrucada
entre tus brazos diseñándome la espalda,
percibo ecos,
cantos de gloria,
himnos de infierno
que me queman las entrañas.
Dime que suelo he de pisar
para ubicarte,
adormecido,
obsequiado
a mis ensayos,
atesorando anhelos cimentados,
entre los aros de la risa que detona,
que se alimenta con los gemidos delatores.
Quieta la espada,
quieta.
Levantará su prestigio en esta noche,
con luz de plata
enamorada,
convocada a resistir todo el combate.
Sólo es un sueño despertando,
un sueño más
engendrando paraísos.
BEATRIZ OJEDA