COMO ME HACES FALTA
Aún no me acostumbro a tu ausencia.
Por momentos te siento cerca de mí, tanto que casi, siento tocarte,
creo acariciar esas manos... esas manos
que tantas caricias me dieron, tus besos, esos besos que sólo tú solías darme.
Cada amanecer es lo mismo, grito con todas mis fuerzas
¿Mamita dónde estás? ¿A dónde te has ido? No te me alejes de
mí, prometo portarme bien y hacerte muy feliz, pero tú no
me escuchas, tus manos ya no me tocan y tu imagen se desvanece.
Otra vez despierto, sobre mi cama con la almohada húmeda y las
lágrimas ruedan por mi rostro. Te necesito en mi vida, pienso
en ti constantemente, en tu sonrisa hermosa que se dibujaba
en tus labios, cada vez que hacía una travesura, extraño el
sonido de tu voz, tus palabras amorosas.
Desde que te fuiste, el cielo no tiene color, el sol ya no calienta, cada
mañana me levanto y camino muy despacio, hacia tu habitación, para
poder ver tu fotografía, y oler el aroma de tu piel, impregnada en
tu ropa, con la ilusión de verte ahí, de ver tus ojos brillando y la f
elicidad dibujada en tu rostro, por volverme a ver.
Es curioso ver como la vida cambia el curso de nuestra existencia, sin
que podamos hacer nada, los recuerdos se agolpan en mi
mente y ahora siento el silencio lacerar mi alma, siento un dolor
muy grande que no tendrá fin.
Mamita... Cómo me haces falta!!
Elevo mi oración a Dios y poco a poco siento una tranquilidad
inmensa... una paz que llena mi alma, me doy cuenta que soy
afortunada, por poder recordarte, porque hay momentos
que jamás voy a olvidar.
Sé que algún día me reuniré contigo y estaremos juntas
una vez más, hasta la eternidad.
Autora: María Alejandra V.