La ciencia ha investigado en profundidad las propiedades de las piedras preciosas.
Walter Schumann; Curzio Cipriano y Alessandro Borelli; Annibale Mottana-Rodolfo Crespi y Giusepe Liborio; Juan Grau entre otros han expuesto en sus libros en forma exhaustiva las características de cada piedra en particular.
Abundan los detalles sobre el color, la raya, la dureza Mohs, el peso específico, la exfoliación, fractura, cristales, transparencia, birrefringencia, dispersión, pleocroísmo, absorción, fluorescencia y química.
Debemos saber que dentro de la química encontramos carbono cristalizado, en el caso del diamante; óxido de aluminio; silicato de aluminio y berilo; aluminato magnésico; silicato alumínico fluorado; silicato alumínico cálcico; silicato de cromo y calcio; silicato de aluminio y litio; anhídrido silícico, al que corresponden todos los grupos de cuarzo y ágatas; dióxido de silicio; silicato alumínico sódico; silicato férrico magnésico; silicato de calcio y aluminio; óxido férrico; sulfuro ferroso; silicato sódico cálcico alumínico; carbonato de manganeso; metasilicato de manganeso; fosfato alumínico potásico conteniendo cobre; silicato alumínico sódico con azufre; carbonato básico de cobre; silicato de titanio y bario; silicato de hierro aluminio y calcio; las composiciones continúan, siendo esto sólo a los efectos de comprender que las piedras se hallan formadas por sustancias químicas y que según su composición surgen las características propias de cada cristal.
Conjuntamente es importante tener presente que cada piedra es un sólido cuyos átomos se hallan en movimiento.
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