“El lagarto está llorando”, recita una bella cancioncita de Federico García Lorca. Llora junto a su amada tras haber perdido “sin querer” el anillo de desposados.
¿Tienen sentimientos los reptiles? El poeta granadino estaba seguro de ello, pero los biólogos dudaban.
Hoy, como si la poesía se hubiera convertido en realidad, un fotógrafo de la naturaleza, Rafael Pons, acaba de demostrar que sí, que los lagartos tienen sentimientos. Y que lloran de pena por su amada.
Un coche acababa de atropellar gravemente a una lagarta que, ensangrentada, yacía en el suelo sin poder moverse. Y el macho no lo aceptaba. Así lo cuenta el fotógrafo:
“Cuando llegó hasta ella era como si le dijera: ¿Qué te pasa? ¿Por qué no vienes? Le golpeaba con el hocico, le daba con la pata, le lamía el cuerpo, pero ella no reaccionaba, eran sus últimos alientos de vida”.
Y allí quedaron ambos, juntos, asombrados por esa muerte tan inesperada, otra más de las decenas de miles de atropellos de fauna salvaje que diariamente se producen en nuestras carreteras.
¡Ay, cómo lloran y lloran, ¡ay! ¡ay! cómo están llorando!
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