El plan es el siguiente. Primero, almibarar muy ligeramente las cerezas con la vainilla, de tal forma que tomen el olor de ésta sin perder su jugosidad natural. Segundo, caramelizar el melocotón en la misma medida, porque queremos potenciar su sabor manteniendo su personalidad. Tercero, dar un mínimo toque a esta última fruta con un par de especias que le van bien, como son la canela y el clavo. Y ya está.
En cuanto al material lácteo que le puede ir bien, la opción más fácil es un helado de vainilla, de nata o mantecado, aunque como amante de los ácidos (de los de la comida, no del LSD), a mí me encanta con helado de limón o con yogur de cabra.