A este hombre muchas noches lo he besado, me he adueñado de su cuerpo, y sin pausa me he bebido su calor, sus caricias, su silencio...
Sus manos, me han llevado a un mar profundo, y me han bañado en aguas nuevas de deseo.
Dos frondosos bosques guardan en secreto aquellos ojos, esos ojos de miel espesa que se pega aquí en mi pecho, cuando a 500 kilómetros lo amo, lo acompaño o lo recuerdo. De pronto por allí se me esconde, y se va lejos, muy lejos, a sus pueblos de hombre solo, a sus pueblos de tormento... y yo, solo espero, espero a que vuelva alegre, gracioso, mío, contento, solo espero.
Sin verlo a este hombre yo lo siento, y cuando me duermo entre sus brazos, me entrego a la muerte de mis sueños, donde mi vida se queda suspendida, entregada a la felicidad, al abandono de ese momento.
Me prendo de su alma y allí me quedo, meciéndome en esta vida, esta vida mía tan llena de su vida.
Dezconozco autor
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