Amor, ya no te extraño, porque siempre te encuentro en la nube viajera, en el astro distante, en el rumor del mar, en el viviente centro de la flor que eclosiona, en el áureo levante.
Amor, ya no te busco, porque te llevo dentro con la impasible luna, con el sol abrasante, con el fulgor de afuera y la sombra de adentro, la inmortal siempreviva y el azahar fragante.
Estás conmigo siempre: te tenga o no te tenga, te siento al lado mío, aunque te encuentres lejos, en el fondo del alma, bien que no te retenga,
para advertir entonces, recién, de la medida en que te quiero ahora, que vamos para viejos. Mi cariño traspasa los bordes de la vida.
Marilina Rébora
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