A los hermanos
¡Has pasado por tantas cosas
en tu vida! y no siempre
podemos decir que hayan
sido buenas. Guardas en
el recuerdo muchas tristezas,
amargura y soledad.
¡Ya déjalas volar,
ya no te servirán!
Tienes, a pesar de tantos
desconsuelos pasados,
un gran camino por delante.
Dios espera tanto de ti...
Tienes más de lo
que imaginas, no
sabes cuántos lo
quisieran tener.
Nunca te han querido prestar
la atención necesaria y
han tratado de subestimar tus
enormes capacidades, sin
embargo no han podido
quitarte el tesoro
más grande que guardas
en tu alma: aquel legado
que nació en los cielos y
se plasmó en tu cuerpo.
No tengas miedo al futuro,
confía en tus propias fuerzas
porque tienes un poder que no
todavía no haz desplegado.
No te dejes vencer en ningún
momento, tan solo si es
necesario, apártate del camino
y no te expongas a los
golpes gratuitos de los que
no quieren tu evolución.
Traza el camino de oro desde
tus raíces, desde tu pasado,
para proyectar el porvenir con
toda sabiduría y no desdeñes
nunca lo adquirido en los nuevos
tiempos, sopésalos en la balanza,
en su justa medida, que
te dará el sentido común,
intégralos con arte y sagacidad
para aprovechar mejor los
secretos de la vida y el destino.
Recuerda que siempre
habrá alguien que se crea
más grande que tú y tal vez tenga
una hora de poder en la que
demuestre orgullosamente
superioridad, pero piensa
siempre que todo es
momentáneo. Nadie, salvo Dios
es inefable.
Cultiva el buen trato hacia
tus cosas, tus hermanos y
tu pueblo. Cuando el tiempo
sea adverso y todo
sea dificultad, depresión
y dolor, modifica
tu medio ambiente con amor,
comprensión y voluntad.
¡Modifícalo a través de la belleza!
No acumules lamento y
autocompasión, porque esto
con el tiempo se transforma
en orgullo y soberbia.
Si todos lo hicieran y se
respetaran entre si, entonces
el camino ascendente de la
evolución se abrirá acompañado
con el canto de los ángeles.
No compitas ni trates de
imponerte a tus hermanos
movido por la vanidad o el
egocentrismo, no busques que te
idolatren como otros quisieron
hacer que tu hicieras con ellos.
No respondas a los golpes
con otros golpes, pues esto solo
te enredará en eternas disputas,
las que en definitiva nunca
han beneficiado a nadie.
Tu poder debe basarse en la
buena educación y la sabiduría,
en la suavidad exterior y en una
fortaleza de acero en tu alma.
No te doblegues jamás ante
los intereses mezquinos de
quienes intentan contagiarte
de egoísmos paralizantes
y orgullos fatuos.
Cuando te identifiques con el
alma de tus hermanos, aún con sus
diferencias, te comprenderás
y te complementarás en
una sola alma vibrante de amor,
inteligencia y armonía, entonces
encontrarás la verdad y la fidelidad.
Entonces encontrarás el secreto
de la felicidad y la vida eterna.
Y la vara de hierro Dios
la pondrá en tus manos
para que junto a tus hijos hagas,
nuevamente... un paraíso en la tierra.