Has sonreido de rojo y has cerrado para siempre el libro abierto por mí. No tengo las ganas de echarme entre cielo y mar, donde los pensamientos se unen al firmaménto, las lágrimas vuelven al agua salada y los recuerdos tienen un sabor amargo. Si el amanecer alumbrará aquel punto obscuro, entre las manos de lo angeles apoyaré la canasta de las añoranzas, mientras que un arcoiris de nata y miel y azúcar, me guíe afable entre la hierba fresca que todo calma.
ANDREA MUCCIOLO
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