Tú, que amas un amor fantasma y que das un nombre a la niebla, a la ceniza de los sueños...
Tú, que te doblas sobre ti misma como el sauce se dobla sobre su sombra reflejada en el agua... Tú que te cierras los brazos vacíos sobre el pecho y murmuras la palabra que no oye nadie, ven y enséñame a horadar el silencio, a encender, a quemar la soledad...
Dulce María Loynaz
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