Mientras haya alguna ventana abierta, ojos que vuelven del sueño, otra mañana que empieza.
Mar con olas trajineras —mientras haya— trajinantes de alegrías, llevándolas y trayéndolas.
Lino para la hilandera, árboles que se aventuren, —mientras haya— y viento para la vela.
Jazmín, clavel, azucena, donde están, y donde no en los nombres que los mientan.
Mientras haya sombras que la sombra niegan, pruebas de luz, de que es luz todo el mundo, menos ellas.
Agua como se la quiera —mientras haya— voluble por el arroyo, fidelísima en la alberca.
Tanta fronda en la sauceda, tanto pájaro en las ramas —mientras haya— tanto canto en la oropéndola.
Un mediodía que acepta serenamente su sino que la tarde le revela.
Mientras haya quien entienda la hoja seca, falsa elegía, preludio distante a la primavera.
Colores que a sus ausencias —mientras haya— siguiendo a la luz se marchan y siguiéndola regresan.
Diosas que pasan ligeras pero se dejan un alma —mientras haya— señalada con sus huellas.
Memoria que le convenza a esta tarde que se muere de que nunca estará muerta.
Mientras haya trasluces en la tiniebla, claridades en secreto, noches que lo son apenas.
Susurros de estrella a estrella —mientras haya— Casiopea que pregunta y Cisne que la contesta.
Tantas palabras que esperan, invenciones, clareando —mientras haya— amanecer de poema.
Mientras haya lo que hubo ayer, lo que hay hoy, lo que venga.
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