Vivir es entender
que cada minuto que transcurre
no volverá.
Es atraparlo intensamente,
porque forma parte del tiempo,
que sabemos ha quedado en el ayer.
Vivir es saber dar
lo mejor de nosotros,
es vibrar en la bondad
y llevar a su máxima expresión
nuestra capacidad de ser.
Vivir es amar intensamente
a través de una caricia,
es escuchar en silencio
la palabra del ser amado.
Es perdonar sin réplica una ofensa,
es aspirar la presencia del otro,
es besar con pasión a quien nos ama.
Vivir es contemplar apaciblemente
la alegría de un niño,
escuchar al adolescente aceptando
sus inquietudes sin protestar,
acompañar con gratitud
la ancianidad en su soledad.
Vivir es comprender al amigo
ante la adversidad y aunque
se tenga mil argumentos
para contradecirlo o justificarlo,
finalmente sólo escucharlo,
es tener la capacidad de
regocijarme ante sus triunfos
y su realización.
Vivir es vibrar y sentir,
es amar y gozar,
es observar y superar,
es dar y aceptar,
es ser y permanecer,
es comprender que nuestro tiempo
es lo único que poseemos
para realizar plenamente nuestro ser.