El motivo por el cual te dirijo esta misiva, es porqué… Sé que te habrás dado cuenta que esta distancia, este espacio, que de ti me separa y mi corazón que busca inocente una respuesta para consolarse por tu no presencia, ha edificado para ti un hermoso sueño, en el que soñé que me querías, ¡me querías! En un profundo sueño, sin soslayar la distancia que de ti me separa, casi fracturando el delicado equilibrio entre nuestros corazones, sin yo darme cuenta que este cariño que te oculto es un amor sin sustento ni esperanzas.
En mi mente se pintan tus dedos acariciando mi rostro, y yo impávido de emoción cobijarme en tus ojos que iluminan la sombra de mi vida. Uno más sería por la tumba de marfil que habita en mi rostro, que calla lo que mi corazón grita. Te pido en verdad que no te guíes por las inseguridades ni por el miedo que en mí surge ante la impotencia de abrazarte, de verte, de sentir que tu corazón y el mío laten sincronizados por la armonía con que tus ojos confabulan mi perdición, miedos en mí inherentes, sino por la gallardía de mi corazón que es lo único que en mí es valioso cuando tú le das abrigo.
Miro tus ojos, veo tu paz, armonía y la suave melancolía que me recuerda al mar, como cuando lanzo mi tibia mirada al horizonte y veo que en el infinito se unen el cielo y la mar formando un sólo ser. A veces también pienso que podría pasarnos y soy feliz como nunca lo he sido, hasta que la neblina condesa en mis ojos al darme cuenta que sólo fue una bella ilusión.
No sabes cuánto te quiero, no lo sabes porqué... En verdad soy incapaz de definir el amor que por ti siento, sólo puedo decirte a través de mi sonrisa callada y mis gestos serenos que has sido en mi vida un punto de llegada y de partida, y que con eso me siento feliz. No me importaría si es que no me llegases a querer, siempre sentiré respaldo en tu recuerdo. Lo único que quiero es hacerte feliz. ¿No sé si me podrías dar esa oportunidad?
Desconozco autor
|