Hoy tomaré mi guitarra que aguarda en silencio por los dos,
rescataré los versos más profundos que brotaron
Cuando nos amábamos tú y yo.
Con ellos crearé canciones que reavivarán mi interior,
melodías vírgenes que suenan desde aquel día,
En que tu alma de la mía se enamoró.
Desde la cascada de aquel manso riachuelo
Brota una humilde oración a Dios,
junto al compás de las estrellas, con la noche,
Pues se escapa la luna, ya viene el sol,
el agua repica en las colleras, acordándose de nuestro amor.
Ya mi vihuela no suena como antes, ya no tiene la misma intención,
aunque en mi mente es la misma
Desde aquella melodía hasta aquel vivaz color,
cuando tú y yo aquella vez pintamos sus cuerdas
Para que entonara la serenata más bella
Y la noche nos envolvía con su resplandor.
Mi guitarra está enferma, ya no puede sonar.
Tiene un puñal de tristeza en sus cuerdas,
Flecha grave que el desaliento apuntó al pasar,
La pobre padece en la cornisa del tiempo,
Sin ninguna nota poderse arrancar.
Mi alma sufre cuando veo su semblante,
Pálido que ya no puede hablar,
corre angustia por mis venas cuando oigo su eco en mi mente
Y la veo desahuciada al despertar.
Ruégale a mi Señor que la recoja con piedad,
Pues mi muy dulce mandolina de dolor clamando está.
Uno a uno de nuestros recuerdos
Con el breve sonido de mi guitarra,
Se duermen en el lecho del dolor,
Por más incierto que te parezca,
Ella sigue entonando entre gemidos la serenata
Con la que comenzó nuestro amor.
Angustiado por verla entre sollozos, pretendo aliviar su dolor, diciéndole que aún estamos juntos,
Mas es inútil, pues ella conoce
Cuánta pena hay escondida en mi corazón.
Oh, estrella melodiosa que de un soplo ya echarás a volar,
Recuerda que dejas a un alma y a quien en sus sueños
Una nueva canción despertarás,
Sonido armonioso que lavará mis penas,
Jugará con el viento y se mezclará con el ruido del mar.
Tú que has visto en mi ser pasar la felicidad,
Bésame hoy por última vez en re mayor
Y vete a las cascadas eternas, un nuevo himno a entonar.
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