"Mamá" es la primera palabra que articulamos en nuestra niñez, casi sin ser conscientes que es a esa persona a la que siempre recurriremos en busca de consuelo, de un abrazo, de una palabra de aliento.
Alguna vez leí que madre hay una sola, y que no siempre es necesariamente aquella que nos dio la vida.
Porque ser mamá es mucho más: Es una mano fuerte que sostiene ante el primer paso dado temb...lando ante la vida; es un uniforme radiante para ir impecables a la escuela; es una sonrisa de orgullo ante un diploma recibido; es un pañuelo que seca las lágrimas ante algún fracaso; es la complicidad personificada ante esa figura dura que representa nuestro papá; es la compañía en los momentos duros; es el consejo ante un problema que nos aprieta el corazón; es la mejor abogada defensora de nuestras ilusiones y es también el adiós más doloroso de nuestra vida cuando Dios la llama al cielo.
Decir mamá es resumirlo en un nombre que guardaremos para siempre con nosotros, en la ternura, en el sacrificio, en las historias de cocina y nuestro plato preferido, en nuestra amiga más fiel y comprensiva.
Decir mamá es dejar que nuestra mente vuele hacia recuerdos añorados, es la tibieza, la sinceridad y la bondad resumidas en esas manos curtidas del trabajo de la casa.
Decir mamá es decir amor.