No tengo la culpa si estoy prisionero entre cielo y mar y recordándolo maldigo ésta luz mordaz. Quizás se lleven las nubes éste astío. Y en el sol rencoroso al ocaso, tragaré la hiel de aquella benevolencia evaporada en el hastío de las estaciones del hombre. Pero bajará la lluvia, y estará aquí, desnuda, con una sonrisa que será el sol de medianoche.
ANDREA MUCCIOLO
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