Se sentían atraídos el uno hacia el otro. Se veneraban estéticamente.
Él, de hermosa estampa. Ella, una hermosa niña. Además, sentían enorme atracción
física y, más que eso, necesidad uno del otro. ¿Qué faltaba para un buen matrimonio?
El tiempo reveló que faltaba "amistad". Sabían que lo que sentían era señal
del amor cuando, en verdad, era señal de pasión. La pasión difícilmente logra
transformarse en amistad, porque es egoísta, inmediatita y posesiva.
Sólo el amor lo consigue, como amistad, porque es altruista, quiere el bien
del otro y lo respeta. Por lo mismo, un matrimonio puede estar lleno de pasión
y cariño, pero tal vez no satisfaga a ninguno de los dos, porque la pasión y el cariño
no siempre significan amistad.
A veces un matrimonio no tiene nada de impetuoso y hasta puede faltarle
la gracia de un enamoramiento juvenil; pero si los dos se quieren como
amigos sinceros, llegarán a los veinticinco y a los cincuenta años. Marido y mujer que
no logran ser amigos. Acaban en crueles relaciones y venganzas más crueles aún.
Sí, muchos, deciden soportarse en atención a los hijos.
Marido y mujer que logran ser amigos, descubren, con el tiempo, que el eslabón
que une el matrimonio más que el deseo, que también debe existir, es el respeto
del uno al otro, por su modo de ser y por sus ideas. Si no existe amistad,
difícilmente hay verdadero matrimonio. Matrimonio es amistad: la más profunda
posible, pero amistad. Por eso los dos se equivocaron. Pensaban que la amistad
era una cosa y el amor, otra.
No entendieron que los grandes amores encierran grandes amistades.
No entendieron que es posible ser amigos sin sexo ni matrimonio, pero es imposible
ser marido y mujer de verdad sin amistad. El mundo está lleno de matrimonios
que perdieron la amistad. Por eso su matrimonio perdió la gracia.
© 2004. Autor: Shoshan