Jesús, el dulce, viene... Las noches huelen a romero... ¡Oh, qué pureza tiene la luna en el sendero!
Palacios, catedrales, tienden la luz de sus cristales insomnes en la sombra dura y fría... Mas la celeste melodía suena fuera... Celeste primavera que la nieve, al pasar, blanda, deshace, y deja atrás eterna calma...
¡Señor del cielo, nace esta vez en mi alma! Juan Ramón Jiménez