Cuando decidimos actuar, suelen ocurrir algunos excesos. Dice un antiguo refrán culinario: "no se puede hacer una tortilla sin romper algunos huevos".
Cuando decidimos actuar, es natural que surjan conflictos esperados.
Es natural que se produzcan heridas en el transcurso de estos conflictos. Las heridas pasan: sólo quedan las cicatrices. Esto es una bendición; esas cicatrices se van a quedar con nosotros el resto de nuestra vida, y van a sernos de mucha ayuda.
Si en algún momento por comodidad o por cualquier otra razón, la voluntad de volver al pasado fuera grande, bastará con que las miremos.
Las cicatrices nos van a mostrar las marcas de las esposas, nos van a recordar los horrores de la prisión y nos harán ir hacia adelante.