Eras tú.
Los otros días recibí una llamada telefónica.
Los comentarios injustos de algunos te hacían llorar. Hablé contigo largo rato y sentía como poco a poco tu llanto se convertía en sollozos. Mi corazón por ti se regocijaba.
Hoy, fuiste tú quien recibió una llamada telefónica. Era yo. La tristeza de mi soledad me abatía el corazón. Hablaste conmigo largo rato y sentía cómo poco a poco mis lágrimas se convertían en sollozos, tal y como pasó contigo aquella noche.
Aunque lejos de mí estabas te sentía muy cerca. Tus palabras fueron como una lumbrera para aquel camino tan oscuro que ante mí se abría paso. Fueron solo un recuerdo de lo que ya tantas veces me has dicho y que aún así no te molesta recordarme.
Todo esto solo me hizo recordar lo mucho que te quiero. Me hizo recordar éste tesoro encontrado, el de tú amistad. Por eso hoy siento con todo el corazón el decirte... GRACIAS POR ESTAR AHI.
|