Llegó la navidad, en esta noche mujer, busca en un rincón de tu existencia la paz, deja volar el amor hacia ti, hacia tu familia, hacia tus hijos y con anhelos renovados, mira a través de la transparencia de los ojos del SALVADOR DEL MUNDO, la humildad para aceptar lo que siente tu corazón, acepta esa paz que tu corazón tanto desea, esa paz que llega hacia ti con el nacimiento del niño Jesús.
Recuerda que fuimos puestas en esta tierra para disfrutar de las cosas hermosas que se nos dan a cada momento, a cada paso, la felicidad, mis amigas, está en cada una de nosotras, dejemos que aflore, dejemos que el manto de la serenidad cubra nuestro corazón, para transmitir el amor infinito de Dios a los que amamos. Escala la montaña de tu alma herida, pon en las manos del hijo de Dios tus penas y despierta de tu letargo con las notas musicales de “noche de paz, noche de amor”.
Amigas de Toda Mujer es Bella, llegue de corazón para todas ustedes, un pedacito de mi alma llena de luces y de sombras, para desearles que esta navidad, cuando el reloj nos anuncie una vez más que ha llegado el hijo unigénito de DIOS, nos encuentre con un corazón donde no habita el miedo, ni el odio, ni nada que opaque los ojos de nuestro espíritu.
Que nuestras palabras encuentren eco en el amor, en la hermandad, en la paz y la serenidad de tu cálido corazón rebosante siempre de armonía, tolerancia, perdón y paz.
¡ARRIBA CORAZONES! Las abrazo en nombre del amor infinito de Dios
La Estrella de Navidad Ha sido siempre un misterio para los astrónomos cuál pudo ser la estrella que guió a los Magos de Oriente.
En el relato bíblico de Mateo (el único evangelista que habla de la estrella) se esconde la pincelada del astrólogo: el mundo romano en cuya dominación se produce el gran acontecimiento del Nacimiento de Cristo anunciado por los astros, estaban muy arraigadas las creencias astrológicas. Y los judíos participaban de la cultura astrológica oriental.
El primero que se planteó desde una perspectiva científica el tema de la Estrella de Belén fue Orígenes (185-253), que dedicó parte de su abundante obra a la exégesis bíblica, sostenía que estaba próxima a la naturaleza de los cometas.
A partir de él siguieron ofreciéndose diversas hipótesis. Tres son las que han dado más juego:
Primera, la de que se trató de un cometa (sólo podría ser el Haley, pero habría que forzar un tanto las fechas, pues pasó el año 11 antes de Cristo).
La segunda hipótesis es la de la supernova: la explosión de una estrella cuya brillante luz puede verse durante meses, incluso de día. Pero dados como eran en esa época a registrar minuciosamente estos fenómenos, no es probable que habiéndose producido, no se hubiese registrado, máxime cuando sí se registró la explosión de una supernova el año 135 a. JC. y otra el 173 de nuestra era.
Queda por tanto la tercera hipótesis, la que formuló Johannes Kepler (1571-1630), el astrónomo alemán que defendió el revolucionario sistema heliocéntrico de Copérnico y enunció las leyes que llevan su nombre sobre el movimiento de los planetas.
Según este insigne astrónomo, la estrella de los magos no fue otra cosa que la triple conjunción de la Tierra con los planetas Júpiter y Saturno, estando el Sol pasando por Piscis. Es una conjunción que se produce muy raramente. En ella los planetas se ven como uno solo, produciendo como resultado una luz muy brillante, y que da la imagen de una estrella nueva cuya presencia en el firmamento dura tan sólo unos días.
Los cálculos de Kepler determinaron que la conjunción se dio en el año 7 a. JC., un poco más cerca que el cometa Haley de la fecha del nacimiento de Jesús que la crítica histórica considera más probable.
Así pues, es indudable que hubo "estrella", es decir fenómeno astronómico, otra cosa es la concreción de ese fenómeno en el nombre de estrella.
Si en tu corazón hay un poco más de amor, es Navidad. Si sabes perdonar al que te ofende, es Navidad. Si buscas a Dios de verdad, es Navidad. Si trabajas por la justicia entre los hombres, es Navidad. Si sabes sufrir con amor, es Navidad. Si le das una mano al caído, es Navidad. Navidad es, en fin, cuando practicamos cualquier obra misericordiosa, secar una lágrima, obsequiar una sonrisa, calmar un dolor, suavizar una pena, ir por la vida sembrando flores sin espinas, en una palabra: Navidad es amor, siempre amor. Navidad es Dios, y Dios es amor!
Mis mejores deseos para que el Espíritu de la Navidad no sólo roce las almas, sino que cale en ellas.