La Virgen de Chiquinquirá
" La Chinita "
El 18 de noviembre de 1709, sobre las olas retozonas
del marabino lago cabalgaba una pequeña tabla lisa.
Era de madrugada y un grupo de mujeres cumplía su
diaria labor de lavado de ropas.
Esa tablita fue tomada por una anciana, porque la necesitaba
para tapar la tinaja del agua y la llevó a su casa.
Allí, poco a poco, la madera empezó a mancharse,
la viejita la limpió y notó que aparecían signos
de una imagen religiosa y por esta razón la colocó en
un sitio especial de la casa.
No pasó mucho tiempo sin que ocurriera el milagro:
la casa empezó a sacudirse y se iluminó por completo
«con los fulgores que el retablo difundía en haces meridianos».
La pobre anciana, atribulada, se postró de hinojos ante
la Virgen de Chiquinquirá y empezó a «¡Milagro, ¡Milagro!».
Los vecinos acudieron y vieron a la Virgen «de color mestizo
y de faz indígena, que a todos miraba con semblante acogedor».
Posteriormente, las autoridades eclesiásticas pensaron en
trasladar la milagrosa tabla a la Catedral,
pero la Virgen escogió su propio santuario,
al adquirir un peso imposible de ser levantado
por los devotos que iban en procesión.
Pero al desviar el rumbo hacia la ermita de San Juan de Dios,
construida en 1686, todo se hizo posible y desde entonces está allí,
La Chinita, alimentando el fervor mariano de los Zulianos.
El 18 de mayo de 1920 el Papa Benedicto XV distinguió
con el título de Basílica Menor la de San Juan de Dios,
que los Zulianos llaman Basílica de Chiquinquirá.
Ya antes, el 16 de julio de 1917 había dispuesto el mismo Papa
la coronación canónica de la Virgen de Chiquinquirá.
Estas gestiones fueron hechas, según el historiador
Adolfo Romero Luengo (La Madre de Dios en el Zulia, p. 47 ss)
por el padre Antonio María Soto Romero,
de los Puertos de Altagracia.
Sin embargo, el acto de la coronación efectiva de la Virgen
se realizó muchos años después, el 18 de noviembre de 1942, |