Cuando se va un amor
Cuando se va un amor, y el nuestro queda,
surge un velo de sombra que desciende
sobre el tiempo a venir, y se desprende
del carruaje vital, rota, una rueda.
Sofocada la antorcha, una humareda
triste y gris sobre el ánimo se extiende,
y la mente, confusa, no comprende
que la luz que escapó no retroceda.
Los caminos también desaparecen,
los pies se inmovilizan, enmudecen
cuantos rumores indicaran guía.
Y el alma, en tan inhóspita meseta,
como vieja pared, tiembla, se agrieta,
se derrumba, quedando al fin vacía.
Francisco Álvarez