Llegué por el dolor a la alegría. Supe por el dolor que el alma existe. Por el dolor, allá en mi reino triste, un misterioso sol amanecía.
Era alegría la mañana fría y el viento loco y cálido que embiste. ( Alma que verdes primaveras viste maravillosamente se rompía. )
Así la siento más. Al cielo apunto y me responde cuando le pregunto con dolor tras dolor para mi herida.
Y mientras se ilumina mi cabeza ruego por el que he sido en la tristeza a las divinidades de la vida.
José Hierro
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