Un estudiante se acercó en una oportunidad a un sabio muy versado en las doctrinas espirituales y las artes místicas.
Le pidió al maestro que lo instruyera en todos los secretos sublimes de la vida,
que le explicara todos los grandes misterios del cosmos que se encuentras ocultos en los libros sagrados.
Y preguntó si todo esto se podía hacer durante el tiempo
en que una persona permanece equilibrada sobre una sola pierna.
El gran sabio consideró con mucho cuidado su petición. Sonrió y respondió:
“Ama a tu prójimo como a ti mismo. Todo lo demás es comentario. Ahora ve y aprende”.
Amar a nuestros vecinos (o a nuestros enemigos, dado el caso) no tiene nada que ver con la moral o la ética.
Más bien, la Kabbalah enseña que el amor es un arma formidable para promover nuestra causa en la vida,
la cual es simplemente obtener alegría y satisfacción verdadera. En otras palabras, nos beneficiamos.
Yehuda Berg