Cada día, cuando suene el despertador, respira profundamente, sonríe con ganas y date un aplauso. Eres una persona privilegiada. Estás viva/o. Él tiempo se te regala a cambio de nada. Tienes por delante la posibilidad de ser feliz. El tiempo no es una condena, es la posibilidad del amor, del gozo, de la felicidad.
Mírate al espejo y ríete un poco de ti misma/o. Verás que tienes el corazón despeinado y despierta esas ilusiones, date una buena ducha de optimismo y verás un buen día.