Eres... capítulo aparte del poco que restó a nuestra gran suma; momento abierto en cada amanecer de mis poemas; gana que a la desgana de cada día gana; fruto de huerto que a mi jardín le falta; condena de la ocasión que nos hizo culpables; gema de mi última trayectoria; ternura azul que con mi verde, en verde-marina convierta; sed que mi humedad te complementa; cántaro de agua fresca para mi garganta; verdad que estrangulo por si se me nota; impulso que mi verdad cumple y tu silencio evita; puerta de mi adentro que tu afuera ignora; estrecho espacio que sólo transita por mi amplitud abierta; lazo que aprieta, calma que aprieta; huella que calza mis caminos; soplo despeinando que sueño despierta.
Fui...
hembra que tu hombría despertaba; aire que tu boca precisaba; arena cálida que a tu huella se ajustaba; nana que de tu noche el desosiego asustaba;
estreno para madrugada y brindis lujurioso; sortija imaginaria que tu mano adornaba y a la mía comprometía aunque no me importara; beso que se mecía en labios de ensueño; diosa desprovista de tus rezos y tu empeño; razón que no entendió las sinrazones, intención tuya, que olvidó sus intenciones, simiente en tierra estéril sembrada, suma que entregó a quien la necesitaba; cuento sin final que tú, a contar, comenzaras; oportunidad quebrada por el abismo de tu distancia,
certeza mansa devorada por tu salvaje ignorancia.
No peina mis poemas el orden de la cordura, lo sé;
como sé que la flor, por mucho que el poeta insista, nunca podrá ser abrazo
No precisé más vestido que la desnudez de tu alma,
ni más calzado que la sal de los labios que besé y besaste.
Nada nos sobró cuando yo te falté y tú me faltaste.