AMIGAS
Tras meses de ausencias, de silencios de amigas. He podido deleitarme con tu felicidad fortuíta y tranquila y tu ilusión de esposa enamorada.
Se perdió la fatiga antigua de tu voz y hoy la firmeza preside tu discurso. Yo, con mis oidos plenos, abiertos, escucho como manejas el blanco y el negro, cual malabarista, mientras apenas distingo una paleta emborronada de grises, de azules manchados, de rosas de cuarzo, algunos lunes en la biblioteca.
Me has rebelado el conjuro: sin apenas convocar a la paciencia, elaborar una lista de cualidades selectas, finamente escogidas entre las ya especies protegidas, —¡ese pragmatismo tuyo!— y Diana alcanzará para ti todo lo que ahora disfrutas.
En el pozo claro de mi alma, quedan tardes de dibujos, aquellas tertulias de recetas infalibles para vencer al tedio, para alcanzar el amor sin polillas.
Hoy te ha mirado la fortuna, espero ofrezcas tu hombro helado a los fantasmas del miedo, y de las pérdidas, y mires de frente a tu suerte, pues tampoco mereciste perder lo que perdiste.
Marta Alberca
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