CUÁNDO LA MORAL ESTÁ POR LOS SUELOS
David, quien llegaría a ser rey de Israel, pasó por la cueva de la depresión a causa de los celos de Saúl, quien llegó a ser su enemigo. Perdió su posición en la corte, tuvo que dejar a su mujer para salvar su propia vida, abandonar a Jonatán, su íntimo amigo… Dijo que era perseguido como “una perdiz por los montes” (1 Samuel 26:20).
¿Has perdido a tu cónyuge o a tu mejor amigo? ¿Estás sin trabajo, tienes problemas de salud o de dinero? ¿Un amigo te dió la espalda? ¿Qué haces tú cuándo lo que era tu seguridad viene abajo, cuándo ya no sabes a dónde ir? ¿Te sumergen la pena, el miedo, la desesperación o la rebeldía? ¡Quizá como el rey David, tú huyes a tu cueva, lamentándote de tu suerte!
¿Cómo se las arregló David? Primeramente levantó los ojos al cielo y miró hacia Dios, quien es luz y fuerza. Reconoció su propia miseria y a Dios como su verdadero refugio. Liberado de su «cárcel», halló más que la paz y la serenidad junto a su Dios; deseó alabar su Nombre.
Cuándo todo te falte, recuerda que aún existe Alguien a quien tú puedes ir, Alguien que siempre se preocupa por tí. Es el gran DIOS del cielo y de la tierra, nuestro Padre Celestial. Él no dejó ni dejará nunca de amarnos y dió la prueba de ello al enviar a Su Divino Hijo para el perdón de nuestros pecados. Desde ahora, confiemos en él. Cree, confía, y descansa, Él volverá Sus Ojos a tí iluminando lo que ahora ves oscuro.
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