Cualquier cosa que existe, existe, la aceptes o no. Tu aceptación o tu rechazo no hace diferencia alguna. Lo que existe, existe. Si lo aceptas surge en ti alegría, si lo rechazas surge dolor. Pero la realidad sigue siendo la misma. Podrás tener dolor, dolor psicológico: ésa es tu creación porque no has sido capaz de aceptar y absorber algo que estaba surgiendo. Rechazaste la verdad; al rechazarla te volviste prisionero. La verdad libera pero tú la rechazaste. Entonces estás encadenado.
Rechaza la verdad y estarás cada vez más aprisionado. La verdad permanece; no importa si la rechazas o la aceptas. Esto no cambia el hecho, cambia tu realidad psicológica. Y hay dos posibilidades: el dolor o la alegría, la enfermedad o la salud. Si la rechazas habrá enfermedad, incomodidad, porque estás amputando un pedazo de tu ser; esto dejará en ti heridas y cicatrices. Si la aceptas, habrá celebración, salud e integridad.
Y si acepto las tendencias así, todas las cuales tienden a frenarme, ¿cómo me liberaré?
Ellas no te están refrenando, es tu interpretación la que te refrena. Ninguna verdad ata jamás a nadie; ésa no es la cualidad de la verdad. Pero cuando la rechazas, en tu rechazo te cierras y estás frenado. En ese rechazo te vuelves un inválido, te paralizas