La verdad acerca de mi salud es ésta: soy sano. Nada puede obstaculizar esta verdad. Consciente de ello oro con fe para avivar la vida divina en mí y afirmar la verdad de mi salud.
Alineo mi mente, cuerpo y espíritu con la salud completa. Rechazo actividades, conversaciones y noticias que no sirvan a mi mayor bien. Enfoco mi atención en la vida divina y sé que soy sano y estoy bien.
Gracias a la oración y la meditación, me alineo con mi Espíritu morador. Mis decisiones diarias reflejan el valor que doy a la vida que me ha sido dada. Afirmo mi salud con cada pensamiento, palabra y acción. Soy saludable, perfecto y completo.
Yo les traeré sanidad y medicina; los curaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad.—Jeremías 33:6