Nosotros cometemos errores a diario, errores, que a veces no tienen importancia, otras veces sí. Los errores sin importancia son los que nos damos cuenta; los errores con importancia son de los que nos lamentamos, los que no se nos olvidan y de alguna manera siempre encuentran la forma de salir de nuestro rincón de los recuerdos y nos recuerdan que están ahí, y que erramos.
De estos últimos se supone que deberíamos aprender y ser mejores para no volver a cometerlos, pero nunca es así porque somos débiles, erramos en el camino, nos traicionamos, nos distanciamos, perdemos los códigos, los valores, la amistad, el amor, y ahí nos volvemos vulnerables, a los males comunes y caemos en los vicios, en la maldad, en el engaño.
Se dice que de los errores se aprende, pero hay errores que no se pueden cometer, hay errores trágicos, irremediables, estos son los que nunca se olvidan y no llegan al rincón de los recuerdos, porque se va al rincón de la culpa, esa peso en el corazón, ese grito no dado en la garganta, en la memoria, esos errores son los peores, primero porque son irremediables y segundo, porque nos marca con la culpa para siempre, y la culpa es algo que no nos deja vivir tranquilos.
Nosotros no sabemos ni sabremos aprender de nuestros errores, por eso pasa esto, por eso erramos porque nunca sabemos cuándo algo es equivocado, incorrecto, o lo sabemos pero no estamos cien por ciento conscientes o pensamos que no causaremos daños con ese mínimo error que deja de ser mínimo al dañar.
Alguien dijo que si erramos somos humanos.
Desconozco autor