Yo amo a los pájaros, pero más aún los admiro por las mañanas, después de una noche de tormenta cuando suelo ver destruidos los nidos en las veredas de las plazas, cerca de los árboles donde estaban construidos.
Pero también por la mañana de ese mismo día les he oído cantar mientras acarrean material para construir otro nido, tal vez mejor, tal vez más fuerte.
Seguramente los pájaros habrán callado un momento por su nido roto, pero sólo un momento, ellos saben que no sirve llorar frente a las ruinas más de lo aceptable, hay que empezar de nuevo.
Pronto el nuevo nido estará armado y si otra tormenta llegara a derribarlo, una y mil veces volverán a construirlo.
Admiro a los pájaros por su afán esperanzado...! ¿Qué otra cosa es la esperanza sino el negarnos a los embates de la adversidad? ¿Qué otra cosa es la esperanza sino el modo interior de creer en el mañana?
Por eso piensa siempre que no hay nada más importante que el día de mañana. Empezando eres invencible aunque una y otra vez no salgan las cosas como esperabas. Un barco que naufraga, sigue siendo un barco, sólo falta que sea reflotado para que vuelva a navegar.
Cuando una ilusión se frustra sigues teniendo el alma para albergar nuevas ilusiones y por más que te golpee la vida, no te entregues nunca, di una oración, pon tu esperanza al frente y arremete, no te preocupes si en la batalla sufres alguna herida, es de esperar que algo así suceda. Junta tu esperanza, ármala de nuevo y vuelve a arremeter.
Si tus anhelos son legítimos, si no dañan a nadie los sueños que te impulsan, insiste mil veces y otras mil si fuera necesario, alguna vez la victoria será tuya